Un Pegasus casi Agrícola
Con frecuencia se oye hablar de la Amazonia como del Pulmón Verde del Mundo, un amplio santuario biológico de 7 millones de km cuadrados vital para mantener el equilibrio ecológico del planeta.
Pero no debemos olvidar las otras dos importantes cuencas fluviales de América del Sur, la del Orinoco y del Paraguay/Paraná, las cuales ocupan una amplia área de más de 3 millones y medio de km² donde se encuentra una de las áreas más intensamente cultivadas de América del Sur. Los fértiles depósitos fluviales acumulados en estas áreas constituyen el substrato que permitió el desarrollo de las antiguas poblaciones sudamericanas, prósperas gracias al cultivo de especies vegetales que, hasta el descubrimiento del continente americano, eran desconocidas en Europa como, por ejemplo, el maíz, los tomates, las patatas, las calabazas, los pimientos y decenas de variedades de judías. En la actualidad, consideramos estas especies nuestras pero en tiempos de los conquistadores eran desconocidas y se desconfiaba de ellas hasta tal punto que, en España, el tomate era considerado venenoso y solo se utilizaba en los parques como planta ornamental. También la patata, durante varios decenios tras su importación, se utilizó para alimentar el ganado antes de convertirse en una de nuestras hortalizas preferidas.
Cuando se intentó introducir en América del Sur algunas plantas y cereales europeos, se comprobó que los cultivos echaban raíces con dificultad y no se desarrollaban. La causa era y sigue siendo una de las características de la mayor parte de los suelos sudamericanos: la gran acidez del terreno. Cuanto mayor es la acidez del suelo, más difícil resulta para los brotes absorber algunos elementos como el calcio, el magnesio, el potasio y, sobre todo, el fósforo, sustancia necesaria tanto para el desarrollo de la planta como para la fotosíntesis. Paraguay tuvo que afrontar el problema cuando, en los años 80, inició el cultivo intenso de trigo y soja, especies de las que en la actualidad es el mayor productor mundial con más de 500.000 hectáreas cultivadas. A partir de los análisis efectuados, se descubrió que más del 85% de los terrenos cultivados era muy ácido y tenía que ser espolvoreado de manera periódica con correctores para poder cultivar en él especies europeas. Este corrector (remedio antiguo pero simple y eficaz) es la cal agrícola. Calpar S.A. de Villeta (Paraguay) es uno de los mayores productores sudamericanos de cal hidratada dolomítica, un corrector que esparcido sobre el terreno reduce la acidez de manera natural, permite trabajar mejor el terreno y facilita a las plantas la absorción de los elementos nutritivos.
La cal dolomítica se obtiene mediante trituración de rocas de piedra caliza muy puras y con alto contenido de magnesio, que sucesivamente se tratan con agua, se reducen al tamaño de grano adecuado y se secan. Calpar produce 1.800.000 toneladas de cal al año y tiene una capacidad de almacenamiento de 200.000 toneladas de material para su secado y depósito. Todos los días (festivos incluidos), unas 14.000 toneladas de corrector se envían a su destino en Paraguay y América del Sur. Para hacer frente a la necesidad de desplazamiento de tal cantidad de material, Calpar se ha equipado con un Pegasus 40.18, una máquina creada para trabajar en obras de construcción y elevar materiales a gran altura y que también se utiliza con éxito en este particular sector del trabajo agrícola. La cal que sale de los molinos (contenida en los big bag, enormes sacos de una tonelada cada uno) se ha de depositar en las naves de secado, airear de manera periódica y, por último, cargar en los camiones para su envío.
Tareas que el Pegasus lleva a cabo como ningún otro gracias a sus 400° de rotación. Ningún fork lift es capaz de realizar maniobras en los estrechos pasillos que forman las pilas de sacos con 4 Big Bags cargados en las horquillas. No existe el espacio suficiente y, sobre todo, ¡no disponen de la capacidad necesaria! Pero para el Pegasus (diseñado para trabajos mucho más exigentes), recoger 4 sacos con las horquillas, girarse 180° y depositarlos sobre el camión es tarea fácil. Probablemente sin mover las ruedas ni un centímetro y con la seguridad (prioritaria en todo momento) de tener bajo control el área circundante desde la cabina. Un estudio llevado a cabo en 2011 demostró que el uso de la cal hidratada dolomítica redujo los costes de producción en Paraguay en un 26% y generó un aumento de la productividad del 28%, datos que se extienden a todas las grandes cuencas de América del Sur. Un éxito al que nuestro Pegasus también ha contribuido.